Sin embargo, desde el punto de vista del Derecho de la competencia, no habría nada que objetar, a juicio de la Comisión, contra un régimen de precios regulados que estuviera basado en la legislación de un Estado miembro, teniendo en cuenta la competencia político-cultural de los Estados miembros y la ausencia de repercusiones sobre el comercio interestatal, siempre que no atentara contra el Derecho comunitario (p.ej. contra el principio de la libre circulación de mercancías).
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